Published On: Wed, Oct 31st, 2012

En el día de las brujas la diversión se vive sin importar la edad

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Por la calle no iba un perro. Iba un pez caminando en cuatro patas, con hocico al final de la trompa. “Será porque no tengo hijos y me encanta hacer manualidades. Me soñaba viéndola así de linda”.

Laura Rincón decidió disfrazar a Yana, su perra salchicha. La fiesta fue en la víspera del Halloween y, con otros amigos, con otros perros, fueron llegando a una cita con la noche de brujas. Había dos dráculas, una calabaza, una perrita punketa, un súperperro y hasta un spiderdog.

Porque el Halloween ya no es solo de los niños y fiestas de noche para los adultos.

El 31 de octubre, con toda la luz del sol, también hay grandes con sus disfraces, que arman parche en sus oficinas o deciden disfrazarse en familia. El del trabajo se vuelve cada vez más común. Quizá será un día no tan productivo, pero sí de emociones acompañadas.

Nora Restrepo, diseñadora gráfica, cuenta que en su oficina cada piso eligió tema. Hubo disfraces de brujas y corbatas de casino, unos llegaron al estilo hippie y hasta apareció la reina de corazones (que fue ella). “Hubo un par de verdad asustadores como un payaso miedoso y un zombie al estilo de The Walking Dead, que se puso la pinta de pies a cabeza”.

Quizá es una manera de volver a ser niños o, como contó Luis Hernando Mejía, comunicador del San Fernando Plaza, que salió con peluca incluida a la calle, “es importante robarle una sonrisa a la gente”.

Para todos

Emmanuel casi va a cumplir dos años, ya camina y sabe decir no. Por eso cuando la mamá, Marcela Mosquera, le decía que el miércoles se iba a disfrazar de Nemo y le mostraba ese de blanco y anaranjado, él se ayudaba del dedo para un “no no”.

“Fue muy complicado ponerle el disfraz. Fueron fáciles las medias veladas, pero el resto tocó casi a la fuerza, aunque después de que vio los dulces, ya no se lo quería quitar”.

Los pequeños y sus familias se vieron en centros comerciales, sobre todo. El triqui triqui se escuchó en las pequeñas voces, combinadas con las de sus papás, que les ayudaban.

Porque si el último día de octubre es para algo especial, además de la diversión, es para pasarla en familia. Sandra López y Juan Camilo Franco, por ejemplo, decidieron que no solo era disfrazar a su pequeño Martín, que apenas tiene tres meses. Había que salir juntos, como toda una familia conejo.

“Lo vestimos así porque estábamos pensando en un disfraz que no le fastidiara con tantas cosas encima. Nos pareció bonito y conseguimos las orejitas y nos pintamos la nariz”, cuenta la mamá.

Como el trabajo es entre todos, el disfraz de Martín lo hizo la tía, a la medida de él: de la cabeza a lo pies, todo gris, con zanahoria incluida en el vestido.

Este año la diversión fue como si las brujas hubiesen hecho su magia anoche: ni los carros se salvaron del Halloween y a muchos les cayeron telarañas y embrujos.

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