Los indignados han conmemorado su primer aniversario con detenciones hasta en Grecia. Cuatro españoles miembros del 15-M han pasado el día en una comisaría de Atenas después de que la policía griega los detuviera mientras dormían al raso en la plaza Syntagma, donde habían acampado junto a una veintena de activistas de distintos países europeos. Casi al mismo tiempo, en la madrugada del 15 de mayo, las fuerzas de seguridad han desalojado a los indignados de dos emblemáticas plazas, en Madrid y en Atenas.

La policía griega ha detenido en total a 16 personas, después de que se negaran a marcharse de la plaza. En torno a las ocho de la mañana un camión de limpieza les ha despertado a manguerazos; la policía ha llegado poco después y les ha invitado a dispersarse. Ellos se han resistido sentados en el suelo, ha explicado por teléfono desde Atenas Nacho E., uno de los indignados que se ha librado de la detención porque no estaba allí en ese momento.

Los cuatro españoles están acusados de resistencia a la autoridad y de daños contra el entorno, según ha informado a Efe un portavoz policial. ¿Qué hacían indignados españoles participando en protestas en Atenas? “Llegamos a Grecia el pasado 5 de mayo, después de casi seis meses de marcha desde Niza”, cuenta Nacho, licenciado en Derecho de 29 años. Unos 30 activistas de distintos países europeos han recorrido Italia a pie hasta Grecia como parte de las iniciativas del 15-M para llevar la indignación por Europa. “Dormíamos siempre en la calle y comíamos lo que nos daban gratis en restaurantes o tiendas”.

Ágoras en los pueblos

En el camino han celebrado asambleas en pueblos -ágoras, según su expresión- y en Atenas tenían intención de celebrar hoy un concierto de aniversario del 15-M, aunque la cita ha quedado trastocada por las detenciones y no saben si la podrán celebrar.

Las detenciones en Grecia no han hecho sino reforzar su idea de que son molestos para las autoridades: “No sé lo que somos pero al sistema no le interesa que estemos en la calle”, opina Nacho, que destaca que fueron desalojados a pesar de que no habían levantado ninguna tienda de campaña. “Estábamos como cualquier otra persona en la plaza, no sé por qué teníamos que irnos de allí”.

Él se unió a la marcha después de que terminara su contrato en una empresa de evaluación de calidad. “Lo hice para conocer el mundo tal como era y no como me lo habían contado”. También acampó en España y afirma que no dejará de hacerlo: “Seguiremos saliendo a la calle, porque es inevitable y necesario”.